Indefinido y aoristo

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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¿Por qué se le da al pretérito perfecto simple también el nombre de indefinido o pretérito indefinido? Se trata de un tiempo que designa una acción bien "definida", con principio y fin.

Sería más lógico llamarle pretérito definido.

Por su función, sería más lógico llamar a esta forma o tiempo verbal pretérito perfecto simple o pretérito definido, como en francés (passé simple o passé défini), pero, como dice María Moliner: "El nombre de este tiempo (llamado en otras lenguas, por ejemplo en francés, definido) obedece a la intención de contraponerlo al perfecto, el cual recibe del participio con que se forma un sentido de completo acabamiento". La gramática de la RAE de 1931 llamaba a este tiempo verbal indefinido. El Esbozo de 1973 cambió la nomenclatura y le llamó pretérito perfecto simple, contrapuesto al pretérito perfecto compuesto (formado von haber + participio). Por motivos didácticos - para evitar la asociación de pretérito perfecto simple con el Perfekt alemán - muchas gramáticas para la enseñanza del español a alemanes siguen llamando a esta forma verbal indefinido para contraponerlo al imperfecto, aunque luego expliquen que el imperfecto es un tiempo imperfectivo, mientras que el indefinido es un tiempo perfectivo, es decir claramente delimitado. De ahí la contradicción entre el nombre y su función. Pero la cosa viene de muy atrás.

La palabra indefinido aplicada a esta forma verbal es la traducción del griego aóristos (ἀόριστος) que significa 'indefinido, ilimitado, indeterminado'. Los estoicos distinguían tiempos determinados y tiempos indeterminados (όριστοι). Los tiempos determinados eran los que tenían aspecto durativo (presente e imperfecto) o los que expresaban acabamiento, como el perfecto y el pluscuamperfecto; los indeterminados carecen de los valores subjetivos de duración o acabamiento, son el aoristo ('indeterminado') y el futuro. El aoristo expresa una duración que no tiene interés para el hablante, es a veces una duración tan breve que se reduce a un punto (aspecto puntual). El término griego aoristo significaba 'indefinido, ilimitado, sin límite de tiempo'. Era originariamente algo así como el no-tiempo, el verbo sin directa traducción temporal, algo así como la eternidad o "por los siglos de los siglos".

El aoristo denota una acción como ocurriendo en el pasado, sin referencia a su progreso, sin expresar que la acción se ha completado. El aoristo simplemente presenta la acción sin referencia a su duración. Para Aristóteles, el tiempo es el número de la sucesión, entre el antes y el después, según el orden perfectamente determinado. El aoristo no expresa ni duración ni acabamiento, es, pues, 'indeterminado, indefinido'.

Nomenclatura de las formas verbales

Equivalencias de las nomenclaturas de los tiempos verbales

Forma verbal

Andrés Bello

(1781-1865)

Real Academia:

Gramática, 1931

Real Academia:

Esbozo, 1973

 

MODO INDICATIVO

canto

presente

presente

presente

canté

pretérito

pret. indefinido

pret. perfecto simple

cantaba

copretérito

pret. imperfecto

pret. imperfecto

he cantado

antepresente

pret. perfecto

pret. perfecto compuesto

hube cantado

antepretérito

pret. anterior

pret. anterior

había cantado

antecopretérito

pret. pluscuamperfecto

pret. pluscuamperfecto

cantaré

futuro

futuro imperfecto

futuro

cantaría

pospretérito

potencial simple o imperfecto

condicional

habré cantado

antefuturo

futuro perfecto

futuro perfecto

habría cantado

antepospretérito

potencial compuesto o perfecto

condicional perfecto

MODO SUBJUNTIVO

cante

presente

presente

presente

cantara o cantase

pretérito

pret. imperfecto

pret. imperfecto

haya cantado

antepresente

pret. perfecto

pret. perfecto

hubiera o hubiese cantado

antepretérito

pret. pluscuamperfecto

pret. pluscuamperfecto

cantare

futuro

futuro imperfecto

futuro

hubiere cantado

antefuturo

futuro perfecto

futuro perfecto

MODO IMPERATIVO

canta

futuro

presente

presente

FORMAS NO PERSONALES

cantar

infinitivo

cantando

gerundio

cantado

participio

haber cantado

infinitivo compuesto

habiendo cantado

gerundio compuesto

 

Nomenclatura en otras lenguas

Deutsch

Englisch

Französisch

Spanisch

Präsens

Present

Présent

Presente

 

Pres. continuous

 

Presente continuo

 

Imparfait

Imperfecto

Präteritum

Simple past

 

Imperfecto continuo

Past continuous

Passé simple

(Passé défini)

Pretérito perfecto simple

(Pretérito indefinido)

 

Perfekt

Present perfect

Passé composé

Pretérito perfecto compuesto

Pres. perf. cont.

 

Pretérito perfecto compuesto continuo

 

Plusquamperfekt

 

Plus que parfait

Pluscuamperfecto

Past perfect

 

Pluscuamperfecto continuo

Past perfect cont.

Passé antérieur

Pretérito anterior

 

«Pretérito indefinido. El nombre de este tiempo (llamado en otras lenguas, por ejemplo en francés, definido) obedece a la intención de contraponerlo al “perfecto”, el cual recibe del participio con que se forma un sentido de completo acabamiento. Sin embargo, contra lo que su nombre podría hacer creer, la acción expresada por el indefinido no sólo está completamente terminada en el momento de enunciarla, sino que su tiempo se fija generalmente con toda precisión: Llegó el jueves a las diez. La primera semana vivió en un hotel. Es, pues, en oposición al imperfecto (de acción durativa), un tiempo perfectivo, o sea, de acción terminada; y, así como se dice del imperfecto que es el tiempo imperfectivo del “entonces” y del “allí”, puede decirse del indefinido que es el tiempo perfectivo de esas mismas relaciones.» [María Moliner: DUE, vol. 2, p. 1472]

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«Los griegos, de la palabra hóros, que significa 'límite, mojón, frontera', formaron el verbo horítzo que significaba limitar, poner mojones, trazar los límites, poner la frontera... De este verbo derivaron por una parte la palabra y el concepto de horizonte tal como lo conocemos: horítzon - horítzontos. Y por otra parte forjaron el concepto negativo aóristos, que significa indefinido, indeterminado, sin límite, ilimitado. Con esa palabra denominaron uno de sus tiempos verbales, el aoristo, que nosotros tradujimos con la palabra indefinido, ahora en desuso, justo por su indefinición.» [Indefinido. Por Mariano Arnal]

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«Aoristo: Forma verbal del griego, de difícil y problemática definición, algunos de cuyos valores describe J. Humbert (1945) del siguiente modo: Los estoicos distinguían dos tipos de tiempos: determinados (ώρισμένοι) e indeterminados (ἀόριστοι). Consideraban como “determinados” el “durativo” (παρατατικόσ), es decir, el presente y el imperfecto, y el “acabado” (συντελικός), es decir, el perfecto y el plucuamperfecto; por el contrario, son "indeterminados" el aoristo y el futuro. El aoristo es, efectivamente, el que carece de los valores subjetivos de duración o acabamiento, que expresan presente y perfecto, y está colocado en el mismo plano que el futuro, el cual está desprovisto de aspecto ... El aoristo indicativo expresa un hecho pasado cuya duración no tiene interés a los ojos del hablante ... Todo hecho pasado, cualquiera que haya sido su duración o su brevedad, puede ser expresado, en principio, tanto por el imperfecto como por el aoristo ... En el aoristo, la noción verbal, carente de toda duración, tiende a reducirse a un punto (aspecto puntual).»

[Lázaro Carreter, F.: Diccionario. de términos filológicos. Madrid: Gredos, 1968, S. 51]

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«La inexistencia de la categoría de tiempo en las más antiguas fases de las lenguas indoeuropeas sugiere primeramente un estadio más antiguo, donde el tiempo simplemente no era expresado. La lingüística indoeuropea tradicional normalmente no ha ido más allá de esta frontera, aunque, séase por la lógica de los argumentos, se imponía la verificación de un ulterior e inevitable considerando: antes de una total equiparación entre pertinentes aspectos y redundantes tiempos a la eslava, habría teóricamente muy bien podido darse una situación donde el aspecto no presentara concomitantemente tiempo alguno. Sorprendente resulta que no se siguiera, al menos de modo general, el rastro de tan inevitable pista, cuando además se contaba, al menos en lo denominativo, con una ayuda tan buena como es el término verbal griego de aoristo o ‘indefinido, ilimitado, sin límite de tiempo’, como ese arconte del que nos habla Aristóteles en su Política (3,1,6). Y siguiendo tal línea argumental no cabe sino considerar como lo más originario el aoristo, el no tiempo, el verbo sin tiempo, sin directa traducción temporal, e incluso a veces sin aspecto. En samoyédico el aoristo «may be defined as a temporally ambivalent category referring to either on–going or completed action depending on the intrinsic aspectual content of the verb» (Janhunen, The Uralic…, 472). En nénece se presentan sólo dos tiempos: el aoristo, que no presenta marca, y el pretérito, marcado por sufijación; en los verbos momentáneos el aoristo de indicativo expresa pasado inmediato y el pretérito de indicativo expresa pasado remoto, y en los verbos continuos, el aoristo de indicativo expresa presente y el pretérito de indicativo expresa simple pasado.

De modo general puede decirse que presente o pretérito han heredado, por así decir, el antiguo aoristo, es decir el antiguo verbo (y en el indicativo) sin tiempo.

Pero el aoristo, como originariamente sin tiempo, puede acabar también refiriéndose al futuro (aunque estadísticamente esto sea menos probable, dado que el tiempo suele, como veremos, escorarse hacia el pasado). Así en chagatay el denominado aoristo es un tiempo presente muy general utilizado también con significados modales o en referencia al futuro (Boeschoten-Vandamme, The Turkic…, 172). La situación era bien similar a la del antiguo turco donde al aoristo era empleado para el presente pero también «in timeless statements or for future reference» (Erdal, The Turkic…, 146), o la del quipchaque medio, donde «A general present which can also refer to foreseen events is formed with the aorist stem» (Árpád, The Turkic…, 163), o la del azerbaillano, donde «The aorist in –(y)Ar, the former present, signals disposition and may be interpreted in terms of habituality and future reference» (Schönig, The Turkic…, 254), o del tártaro, donde «The aorist […] denotes events tending or foreseen to take place» (Árpád, The Turkic…, 293), o la de las hablas quipchaques occidentales, donde «The aorist expresses tendency or willingness and is thus also used prospectively to refer to possible future events, often expressing uncertainty about their accomplishment» (Árpád, The Turkic…, 311).

Claro que si el aoristo es el no-tiempo, es también el semper et per saecula saeculorum, es también entonces la eternidad. En soto septentrional el denominado tiempo imperfecto es asimilable a nuestro occidental aoristo, como se ve en uno de los cuatro aspectos en los que suelen desglosarlo las descripciones, el denominado aspecto universal, por ejemplo, en ditau di-ja nama ‘los leones comen carne’, significándose con ello que todos los leones de todos los tiempos de todo el mundo han comido, comen y comerán carne (Lombard, Introduction…, 141). No resulta así sin parangón el modelo griego para el que podría, pues, por analogía postularse que alguna preponderancia de verbos de contenido puntual hizo que el aspecto se escorara hacia el pretérito, no hacia el presente.»

[Ballesteros, Xaverio (Universidad de Valencia): "Tiempo al tiempo de las lenguas indoeuropeas". En: Faventia 25/1, 2003 125-153 (PDF)]

"El aspecto frente al tiempo

La estrecha relación existente entre el tiempo y el aspecto es consecuencia del hecho de que ambas nociones tienen que ver con la temporalidad de los eventos verbales, si bien otorgan a esta un tratamiento diferente. En efecto, el ‘tiempo’ es una categoría deíctica: localiza el evento verbal en un tiempo externo, orientándolo bien en relación con el momento de habla, bien en relación con el tiempo en que tiene lugar el evento. El aspecto, en cambio, se ocupa del tiempo como una propiedas inherente o interna del propio evento: muestra el evento tal y como este se desarrolla o distribuye en el tiempo, sin hacer referencias al momento del habla.

Entre los hechos que avalan el reconocimiento de la independencia de la información aspectual y la temporal se puede mencionar el que existen lenguas que carecen de sistema temporal – y expresan el tiempo mediante recursos léxicos (adverbios, complementos) y perífrasis verbales – y que cuentan, en cambio, con un aspecto gramaticalizado, expresado por medios formales. Es el caso del chino. De hecho, según Lyons, el aspecto no sólo existe como categoría universal sino que es ontogenéticamente anterior al tiempo, de manera que el niño que aprende una lengua con ambas categorías, adquiere antes el aspecto. (Según Thierhoff y Budde [1995], al menos en las lenguas europeas, no hay ninguna categoría que tenga exclusicamente propiedades temporales, mientras que sí existen categorías puramente aspectuales, hecho que habla a favor no sólo de la independencia de ambas nociones sino también de la preeminencia de las distinciones aspectuales. El lector encontrará más detalles acerca de la independencia entre tiempo y aspecto en Tenny 1987: capítulo 5.)"

[Elena de Miguel: “El aspecto léxico”, en: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe, 1999, Vol. 2, p. 2989-2990]

«Los antiguos iranios creyeron que había dos clases de tiempo. Uno el «tiempo indefinido» o infinito, el zrvan akarãna, que los griegos tradujeron por χρόνος ἄπειρος; es infinito, porque no tiene ni comienzo ni fin. Pero dentro de él se inscribe un tiempo perfectamente acotado, el tiempo cósmico de doce mil años de duración, el zrvan darego xvadatã, «el tiempo de larga denominación». Esta idea de un tiempo cósmico ha inspirado a muchas mitologías. Aparece en el mundo griego con el Kronos que devora a sus hijos, etc. Es la idea de que el tiempo va engendrando todas las cosas y devorándolas después.

La filosofía griega sólo algunas veces ha concebido los dos tiempos. Platón, y después las religiones helenísticas, llamaron al tiempo infinito eón (ιών), que a veces se tradujo por eternidad; y designaron con et nombre de Kronos el tiempo de larga dominación. No fue, sin embargo, el concepto usual entre los griegos. Aristóteles mismo volvió a este concepto usual, distinto del iranio. Para él, como para casi todos los griegos, el Kronos, el tiempo, es esencialmente el tiempo infinito o indefinido. El tiempo, en efecto, está envuelto por el mundo (περίεχει) y el mundo es eterno; su tiempo es, por esto, indefinido (De Cael. 283, b26). En cambio, llamaron eón al tiempo propio de cada cosa, al tiempo de cada ser vivo, a su edad, a la duración de su vida, etc. (ibíd. 279, a213).

El cristianismo lanzó el problema por una vía similar. Para algunos como Santo Tomás, el tiempo pudo haber sido indefinido porque el mundo pudo haber sido eterno; por la fe -solamente por la fe, nos dice- sabemos que el mundo, y por tanto el tiempo, comenzaron. Para otros, como San Buenaventura, el tiempo ha tenido, necesariamente, un comienzo. En cambio, para todos, es un enigma si el tiempo terminará o no. Por su parte, el Nuevo Testamento llamará eón, que los latinos tradujeron por «siglo», al tiempo finito del cosmos. Con lo cual resultaron equivalentes cosmos y eón, mundo y siglo.»

[Zubiri, Xavier: Espacio. Tiempo. Materia. Madrid: Alianza Editorial, 1996, p. 220-221]

«Las lenguas tienen en general lo que se llaman verbos, a diferencia de los nombres. Los verbos designan la acción. No es nuestra cuestión precisar el alcance de la diferencia de estas dos categorías gramaticales. Hasta hace pocos años, se pensabe en general que era una diferencia esencial, todavía Meillet lo creía así. Desde hace algún tiempo se comenta que esta es una diferencia históricamente derivada. Es cosa de lingüistas. Aquí nos basta con tomar nuestras lenguas en este estado histórico ya elaborado. Y en él, el verbo designa la acción. Desde muy antiguo, se pensó que el verbo designaba la acción con connotación temporal. Así lo decían Platón y Aristóteles, y es trivial que el paradigma verbal se constituye en tiempos: presente, pretérito, perfecto, futuro, etc., etc.

Ahora bien, esto es una ilusión: de suyo la acción verbal no envuelve formalmente una connotación temporal. Y esto es lo esencial para nuestro problema. En las lenguas indoeuropeas todo verbo tiene lo que los lingüistas han llamado aspectos. La acción verbal, en efecto, puede tener diversos modos: ser puntual (como encontrar), cursiva (comer, andar), iterativa (dormitar), perfectiva, incoativa, aorística, etc., etc. Estos aspectos son, justo, modos de realidad y, sin embargo, carecen de suyo de connotación temporal. Para expresar el tiempo, o bien se recurre a preposiciones o bien a la índole propia de la acción. Una acción, como la de encontrar, en que su propia índole es un presente instantáneo; otras, como la de salir, se presentan en su aspecto perfectivo para expresar un estado ya logrado, etc. Las lenguas indoeuropeas tienen gran riqueza de aspectos, pero se han ido perdiendo. El eslavo los conserva aún, así como el védico y el iranio; el griego sólo conserva el aoristo; el latín carece de aspectos. Las lenguas semíticas (por lo menos las que yo conozco, y entre ellas no está el árabe) no tienen sino dos formas verbales: una la que denota la acción terminada (perfecto), otra que denota la acción no terminada (imperfecto). Son aspectos que carecen de suyo de connotación temporal. De aquí las dificultades con que todo principiante tropieza al traducir a nuestras lenguas un texto, por ejemplo, hebreo. ¿En qué tiempo lo expresa? Una acción imperfecta sirve bien para connotar algo que está ocurriendo, por tanto, un presente, pero también lo que va a ocurrir, un futuro. En cambio, la acción pefectiva sirve para connotar el pasado, etc. La sintaxis sirva para precisar estas connotaciones; por ejemplo, la inversión de connotación temporal, etc. Por consiguiente, lo privativo del verbo, aquello que el verbo de suyo connota, es pura y simplemente la acción como modo de realidad. Y justo es entonces cuando no tiene connotación temporal. La connotación temporal se impone al verbo mediante un sistema de desinencias y otros recursos morfológicos. Pero es siempre algo derivado.

La connotación temporal – fue, es, será – no pertenece, pues, formalmente a la acción ni tan siquiera aspectualmente considerada. Por tanto, no es un modo de realidad, sino de algo ulterior a ella. Es decir, el tiempo no está formalmente incluido en la acción. Sin embargo, en alguna manera se funda en ella.»

[Zubiri, Xavier: Espacio. Tiempo. Materia. Madrid: Alianza Editorial, 1996, p. 299-300]