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Discurso oral y discurso escrito

(comp.) Justo Fernández López

Diccionario de lingüística español y alemán

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«Discurso oral y discurso escrito

Halliday sostiene que una diferencia fundamental entre escritura y oralidad consiste en que, en el medio escrito, el texto se presenta como un producto, mientras que en el medio oral, el texto es un proceso. Y cada código representa la realidad como un espejo de sí mismo. Esto explica la proliferación de sustantivos y nominalizaciones en el texto escrito y de verbos en el texto oral. Según Halliday (1989), y a diferencia de lo que proponen otros autores, no puede decirse que el discurso oral sea más sencillo que el escrito, pero sus complejidades son de distinta naturaleza. Mientras que en el discurso escrito hay una densidad de sustancia, el discurso oral se caracteriza por la intrincación de movimiento.

Por su carácter de producto, el texto escrito necesita mantener un cierto grado de solidaridad entre sus partes, que se presentan como componentes. La estructuración del texto debe provenir necesariamente de la gramática. Por su parte, al presentarse como un proceso, el texto oral demuestra más bien una organización lineal, en serie, y se sirve de ciertos modios cohesivos que están vedados a la escritura: la entonación, el ritmo, el lenguaje corporal y, en general, la relación “cara a cara” de los participantes. Lo que Lakoff (1979) llama “visibilidad”. La cohesión se va obteniendo de manera interpersonal, por la colaboración directa de los hablantes. [...]

Al escribir, tenemos tiempo de integrar las ideas en un todo organizado, mientras que el rápido flujo de la oralidad impone la expresión de una idea por vez. Al escribir podemos tirar nuestros borradores, mientras que la oralidad no nos da tiempo de editar el texto. La presión temporal justifica el escaso empleo en el discurso oral de las construcciones sintácticas más complejas (que representan también procesos cognitivos más complejos), simplemente porque no hay tiempo para procesarlas.

Por último, Chafe (1982) introdujo los conceptos involvement y detatchment, que aquí traduzco como interés y distancia, como un factor de comparación importante entre oralidad y escritura. Según este autor, la oralidad se caracteriza por un alto nivel de interés por parte del hablante, que se manifiesta en numerosas referencias a sí mismo y a sus procesos mentales. Esto se corresponde con las observaciones de Thompson § Hopper (2001) acerca de que los hablantes no hablan sobre sucesos o acciones sino sobre “cómo son las cosas desde su propia perspectiva”. Por eso, proliferan las referencias a estados, actitudes, propiedades, juicios, sentimientos, etc. En el plano gramatical, esto se manifiesta en un bajo nivel de transitividad, representado por la abundancia de predicados de un solo participante, oraciones copulativas y oraciones epistémicas o evidenciales. Por el contrario, en el discurso escrito, al autor utiliza recursos que le permiten distanciarse de su texto, para que este resulta coherente y defendible al ser leído por distintas personas (Chafe 1982:45). Uno de estos recursos es, por ejemplo, la voz pasiva, cuya función distanciadora se manifiesta en la falta de identificación con el agente de la acción.»

[Fernández, Susana S.: La voz pasiva en español: un análisis discursivo. Frankfurt am Main: Peter Lang, 2007, p. 143-145]

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